FERNANDO MAESTRE

martes, setiembre 12, 2006

RELATO DE UN ADOLESCENTE TRISTE

Es probable que este artículo vaya contra la corriente de muchos que se han subido al tranvía del optimismo, tratando de sonreírle a todo aunque esto sea una mueca sin sentido. La capacidad de poder entristecerse por momentos o de transitar por depresiones medianamente intensas es un indicador de que estamos ante un problema, una preocupación de la adolescencia.

La tristeza, a veces sin aparente sentido, del joven es la nostalgia del cuerpo del niño que se fue. Es importante que un adolescente pueda estar triste por momentos y pasar por momentos nostálgicos, aunque él mismo no sepa a qué se deben, pero que es una evocación de la época que se perdió.

El problema es que, cuando un joven no sabe pasar por momentos de tristeza ni de nostalgia, puede avanzar hacia el peligroso masoquismo.

En este mundo lleno de velocidad y necesidad de responder, de modo práctico, a toda demanda de una sociedad de consumo que necesita jóvenes audaces, activos, sexuales y sonrientes, que no pierdan el tiempo en tonterías, como la melancolía y la tristeza, tenemos a muchos jóvenes que quedan fuera del grupo de amigos cuando sienten, de modo inexplicable, la necesidad de llorar.

Cuando toda esta capacidad sensible desaparece de la mente del adolescente y queda incapacitado de conectarse internamente con su mundo de añoranzas, él se habrá convertido en una máquina de la sociedad, incapacitado de crear una neurosis leve (porque no puede tener ni tristeza ni culpa). Se vuelve fácil de transitar por conductas que se conocen como masoquistas y suicidas.

Por ello, en el mundo hay muchos jóvenes desafiantes con las autoridades, incapaces de aceptar que existen leyes y conductas que respetar, incapaces para respetar las disposiciones de los padres y decididos a hacer "lo que les dé la gana", proponiendo que a la única ley que se someten es a la ley del MÁXIMO GOCE.

Dentro de esta misma línea está la ausencia de tristeza por degradarse hasta el fondo del pozo de su vida, usando drogas o alcohol, sin miedo alguno a perder nada, y cayendo en excesos sexuales.

A los padres y guías de la juventud solo nos queda sensibilizarlos más con aquellos sentimientos que este post- modernismo está decidido a destruir porque un joven triste y algo melancólico no le es de utilidad a la actual sociedad por una simple razón: un adolescente triste NO CONSUME.

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