FERNANDO MAESTRE

domingo, abril 22, 2007

GOTAS HEPÁTICAS

A veces, este país me da risa de pena, pues cuando parece que las cosas están bien y tomando forma, algo surge que nos hace despertar del sueño de progreso para caer nuevamente en la desesperanza, la frustración y el subdesarrollo.

En esta ocasión, cuando por fin parecía que Dios se acordaba de nosotros, surge una nueva crisis: se empieza a hablar de la pena de muerte, con movilización popular, con discursos presidenciales acusando a los que "no tienen interés por salvar a los pobres sin voz".

Pero, como el Congreso le dio un rutilante No al mandatario, este (que no soporta frustraciones) tercamente movilizó a las masas, que a grito pelado exigen una consulta popular para aprobar la pena de muerte y así "salvar a los pobres niños".

No hay que ser muy erudito para darse cuenta de que vamos a encontrar reacciones violentas de todo tipo, incluyendo aquellas que no son sensatas ni se ajustan a las mínimas consideraciones sociológicas y psicológicas.

Son reacciones impulsivas cuya respuesta tan solo expresa su desesperación por apostar por el líder que, de esta manera, les ofrece resolver las injusticias en las que están sumidos por las pésimas políticas de años atrás.

Esta técnica fue tremendamente criticada cuando Ollanta, encaramado en su podio, la lanzó en su campaña, pidiendo justicia (a gritos) para los pobres, pidiendo "paredón" para mucha gente.

Blasfemó contra la política diciendo que era una cloaca, les hizo recordar a todos que el Estado estaba podrido y que solo sus ideas habrían de sacar a los peruanos de la frustración, y prometió curar la violencia nacional. usando violencia. Como resultado de esta campaña, ganó en la primera vuelta y perdió la elección final.

Ahora, nuestro actual gobernante, luego de criticar a su entonces rival, hace lo mismo con el tema de la pena de muerte. Como le han dicho que NO en el Congreso, ahora agita a las masas y quiere un "referéndum" para saber si se pone o no la pena capital sabiendo, por supuesto, que la mayoría habrá de decir que sí.

Si ponemos a la luz de un referéndum problemas que pertenecen al campo de la sociología, obviamente la respuesta será SÍ. Por ejemplo, ¿encarcelamos a los profesores que dictan mal sus cursos? ¿Fusilamos a los que asesinan a sus esposas? ¿Les ponemos hormonas masculinas a los homosexuales?

Esa no será la solución a los problemas, porque las soluciones están en el campo de la ciencia o de la sociología. Insistir en esto podría incluso detener nuestro progresivo bien ganado prestigio en el ámbito internacional.

Por eso, creo que, ante estos casos, debemos recurrir a la milenaria sabiduría china, que en su libro, el Tao Te Ching, dice respecto a los buenos gobernantes:

1. Los mejores gobernantes son apenas conocidos por sus vasallos.
2. El sabio actúa sin acción y enseña sin palabras.
3. Gobierna por medio de la no acción.

Señor presidente, hagámosle caso al libro del Tao; el Perú va muy bien ya desde hace cuatro años, su pueblo lo está haciendo, y este pueblo, sin mayores ventarrones, habrá de llegar a la felicidad del desarrollo por sí solo.


 
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