FERNANDO MAESTRE

domingo, mayo 20, 2007

LA DEPRESION

Este término ha sido popularizado tanto que con el mismo nombre se designa la tristeza, la melancolía, la soledad, los sentimientos de inseguridad o los afectos de minusvalía. Todos ellos son puestos en el mismo saco sin ser lo mismo.

En efecto, la razón de esta mezcla de denominaciones se debe a que la depresión y estos sentimientos negativos abundan hoy.

La causa de la depresión psicológica siempre suele ser una única, y consiste en la pérdida de un ser querido ya sea en el presente (un divorcio, un abandono) o en un pasado que ya no recordamos (una orfandad, padres violentos o traumas psíquicos diversos).

Las pérdidas sucedidas en la vida adulta muchas veces no revisten la verdadera importancia como para producir un suicidio. Ejemplo: perder el empleo o acabar con la enamorada.
La depresión tiene varias etapas. En un inicio se presenta con ligeros insomnios, cierto cansancio, aburrimiento generalizado y desgano sexual.

En este periodo, la persona todavía conserva la conciencia clara y atina a darse cuenta de que todo puede mejorar con vacaciones o reducción del trabajo. Sin embargo, estas medidas caseras y prácticas no suelen dar la solución final.

Al poco tiempo, la persona sentirá que se intensifican el insomnio, que aparecen crisis de cólera y rabia sin causa. Lo peor ocurre cuando aparecen los síntomas psicosomáticos, sobre todo en el área de la alimentación: falta de apetito, dolores raros de estómago, aumento de gases, sensación de que las comidas le caen mal. Asimismo, pérdida de memoria, olvidos cotidianos y pérdida de fuerza.

Pero el ser humano también suele tener defensas para salir pronto del hoyo. Así puede suceder que súbitamente deje el trabajo o tome una larga licencia. También puede entrar en una vida promiscua, lo que incluye alcohol o drogas. Estos cambios súbitos nos muestran que el ser humano lucha para no terminar de hundirse en la tristeza.

Pero, al fallar todas estas reacciones, se pasa inexorablemente a la tercera etapa, que es la que requiere muchas veces internamiento.

La persona empieza a perder el sentido de la realidad. Piensa equivocadamente que es el culpable de todo, se adjudica a sí mismo muertes, desastres familiares o crisis económicas de la familia.

Llega a afirmar que es "una vergüenza para la familia". Este grado de depresión ya linda con la pérdida del equilibrio mental, pudiendo observarse que le asalta la trágica idea de que la vida no tiene sentido, lo cual la puede llevar al suicidio o al marasmo si no recibe ayuda a tiempo.


 
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